Hablamos de Oladimeji Lawal, Christopher Ohen y Mutiu Adepoju, recibidos por un Castilla entrenado por el hoy seleccionador nacional, Vicente Del Bosque y en el que figuraban futuras promesas como Santi Cañizares, Alfonso Pérez o Isma Urzaiz.
Su adaptación a Madrid y al Real Madrid no fue sencilla. Representaban el primer desembarco masivo de jugadores extranjeros en una cantera habituada sólo a gente de aquí, ya que apenas el danés Fleming Poulsen o el rumano Marcel Sabou habían pisado ese vestuario, del que por aquel entonces salían siempre jugadores hacia la primera y afamada plantilla. Más tarde, vendrían los Jovicevic, Cambiassos (dos), Zeferino, Szalai, Filipe Luis,.. hasta normalizarse hoy en día la presencia de extranjeros en cualquier categoría inferior del club.
"Hemos tenido problemas de adaptación al juego, a los árbitros, a la comida, a la gente... incluso a los compañeros del Castilla, que no querían extranjeros aquí, No tenemos amistad con ellos, preferiríamos ser amigos y no compañeros, pero por ahora no es así", decía Oladimeji -hermano mayor de Lawall, aquel futbolista del Atleti B que Jesús Gil valoró en 1.000 millones de pesetas para amortizar una deuda y cuyo caso acabó en el juzgado-. "No estamos muy contentos con el trato de la afición. Se nos critica mucho y se insulta. Se nos trataría mejor si jugáramos en el primer equipo", continuaba, en una acusación indirecta a problemas xenófobos.
Las relaciones no fueron a mejor, y las acusaciones fueron a más, llegando a declarar que propios compañeros les insultaban con barbaridades tipo "Negro, vuelve a tu casa" o "esclavo, hijo de puta", sin señalar a quién. "Si fuéramos blancos estaríamos más arriba y estaríamos mejor pagados. Cobramos mucho menos que otros extranjeros que juegan aquí", explicaban en una entrevista a El País.
Oladimeji no tuvo demasiado futuro en el fútbol, y una vez abandonada la cantera del Madrid pasó por Bélgica y volvió a su país. La historia futbolística de Mutiu tuvo mayor éxito en nuestro país, sobre todo en su paso por Racing y Real Sociedad, también jugó en el Salamanca y se acabó retirando en el Cobeña de la regional madrileña. Ohen, por su parte, es mito del mejor Compostela de la historia, habiendo jugado también en Besiktas y Leganés, antes de regresar a Nigeria.
Dos años después de su llegada a Madrid, en 1991, comenzó a sonar mucho en la radio Africanos en Madrid, de Amistades Peligrosas.
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